Cada día que pasa, junto a sus acontencimientos pequeños o grandes, infunde algo nuevo a nuestra alma. Nuestra recogida oración abre nuestra puerta desde el interior y nos hace capaces de recibir los mensajes extraordinarios del cielo.
Un alma enamorada de Dios escucha atentamente cada una de sus palabras y responde con las mismas palabras. Porque el amor usa las mismas palabras en sentido contrario.