Zdenac - Pokret Misionara Milosrđa - Meditaciones bíblicas

El deseo de todos nosotros es estar con Dios, mirar a Dios. Nuestro viaje aquí está marcado por la fe, la esperanza y el amor. Nuestra vida terrenal es muy importante; aunque pequeña e imperceptible, a través de ella entraremos al Reino de Dios.

Testificamos con nuestras vidas aquello que aceptamos por la fe. El deseo de Jesús es que nosotros, sus discípulos, nos encontremos por Él y en Él; para que estemos juntos, para que oremos; para que recordemos sus palabras; para que podamos mostrarnos los unos a los otros actos de amor; para que estemos unidos con Él y así unidos a Cristo, y nos volvamos a dispersarnos por el mundo, y traigamos a otra gente a Dios, y les presentemos el amor y la presencia de Dios.

No olvidemos: por el Espíritu, Dios nos confía sus pensamientos, comparte su amor, nos fortalece con su fuerza. Una fuerza completamente nueva y real entra en nuestros corazones y nos mueve a testificar.

No olvidemos: por el Espíritu, Dios nos confía sus pensamientos, comparte su amor, nos fortalece con su fuerza. Una fuerza completamente nueva y real entra en nuestros corazones y nos mueve a testificar.

Necesitamos vivir en el mundo, pero de manera diferente; vivir con la gente y compartir las situaciones de su vida; necesitamos ser testigos de la verdad. Todo esto lo podemos lograr con el amor y la ayuda mutuos.

El amor de Dios es incondicional. Dios nos ama desinteresadamente. El amor no hace cálculos, el amor no se gana ni se puede pagar; pero el amor espera una respuesta. El que ama vive con alegría. Jesús da su amor, pero también su alegría; la comparte con sus discípulos y sus amigos.

Démosle a Dios el espacio para actuar, y nosotros cooperemos y proclamemos la fe de la manera que nos aferremos como una vid, y que, con Él unidos, demos la abundancia de fruto. Dios quiere que demos fruto; que nuestra vida no se seque como el sarmiento cortado de una vid, que es útil solo para echarlo al fuego. Por eso, el labrador nos poda con razón. El labrador piensa bien.

Con Jesús siempre podemos contar: nos ama tanto que está dispuesto a dar su vida por nosotros. No estamos solos y abandonados a nuestro propio destino; simplemente aceptemos el regalo de Su amor. Él nos ha allanado el camino, nos protege, nos sirve, nos da su vida.

Guardemos los mandamientos de Dios, especialmente el amor. La luz del rostro de Dios está impresa en nosotros. Le pedimos al Señor que nos ilumine con su luz y que nunca fallemos en nuestra elección.